miércoles, 2 de septiembre de 2009

EL EDUCADOR EN EL PERÚ

El ser educador en el Perú es una tarea difícil, incomprendida, deprestiguiada, invalorada, postergada y manoseada por muchos intereses políticos y económicos. La carrera se ha vuelto hasta peligrosa por los diversos mecanismos de represión que ha creado el estado por el cual se busca criminalizar el pensar diferente y el derecho a manifestarlo, sindicándolos como elementos subversivos del orden y del “estado de derecho”. El panorama para el educador peruano en esta coyuntura es muy difícil por las situaciones que ha venido atravesando que lo han puesto a espaldas de la opinión pública nacional, situación que es aprovechada y capitalizada por el gobierno de turno.

El educador profesional es aquel que ha estudiado la ciencia pedagógica, la didáctica y la especialidad que debe enseñar. Este intelectual de la educación sabe dirigir una clase, conoce la teoría educativa y/o pedagógica que está empleando en su clase, distingue el método didáctico que está utilizando, sabe que teoría psicológica del aprendizaje está empleando en una sesión didáctica. Además selecciona y dosifica los contenidos a enseñar y sobre todo esos conocimientos se van ampliando con su experiencia diaria; en fin utiliza todas las herramientas de las ciencias de la educación para desarrollar su clase, no recurriendo al empirismo y a la intuición.

El educador formal en el Perú se inicia bien en las universidades o en los denominados institutos pedagógicos, estos pueden ser públicos o privados, hay una gran cantidad de instituciones de formación, muchas de ellas se desconocen como forman a sus profesionales, pero siempre señalamos que “la institución no te hace, tu haces a la institución”, es decir hay que ponerle a nuestra formación un valor agregado o sello personal. El Perú no posee hasta el momento una educación que evalúe, estandarice o acredite la calidad de la enseñanza.

El educador no solo se dedica a la enseñanza sino que forma la conciencia, somos los que moldeamos a los alumnos, somos los parteros de los conocimientos, somos los padres académicos y culturales de los niños y jóvenes. Algunas corrientes psicoeducativas “modernas” como el constructivismo han minimizado el papel del maestro tan solo como “guía” “facilitador” “mediador”, estas corrientes tienen toda una concepción que busca marcar distancia con el maestro, al centrarse tan solo en los aprendizajes, relegando el papel central del maestro en dicho acto. Nosotros fijamos posición al buscar una educación transformadora, que no solo quede en conocimientos sino que busque el cambio social, que tarde o temprano llegará.

El educador peruano no ha comprendido aún su papel histórico, critico, intelectual, cultural y político. Debe sacudirse o despercudirse de lastres y complejos, debe asumir su papel de intelectual y no simplemente de ser “un técnico u operario de aula” debe sistematizar esas experiencias valiosas, escribirlas y socializarlas a través de diversos medios. Así como asumir el liderazgo cultural en su centro laboral, por que su eterna herramienta de trabajo serán los conocimientos; pensar en un maestro desligado de los conocimientos es una herejía, es casi como un “pecado capital” por ello la profesión docente es la más cambiante y compleja, por que en el mundo los conocimientos se incrementan y se modifican vertiginosamente. El educador debe estar a la vanguardia de los cambios mundiales en todos los rubros y estar bien informado del acontecer nacional e internacional. Esto permitirá tener un maestro bien preparado, culto, actualizado y sobretodo seguir ejerciendo un liderazgo académico en su grupo social.

A veces hay discusiones entre los términos: maestros y profesor o educador, lo podemos considerar como sinónimos en sentido parcial por las siguientes razones que expondré, el término profesor y/o educador solo se limita al ámbito formal dentro de un sistema educativo cualquiera, en cambio el término maestro trasciende las barreras de lo formal. Muchos podemos llegar a ser profesores o educadores y de los mejores, pero pocos llegaremos a ese nivel de maestros. Estos maestros revolucionan la vida del alumno, transforman la vida de sus discípulos; por ello educación no es exclusiva en apropiarse este término ya que muchos maestros no han sido de carrera profesores, pero son los grandes maestros que nos ha dado la humanidad como Sócrates, Buda y otros.

El educador peruano debe entender su papel histórico ya que proviene de una raza ganadora, la raza andina, tiene paradigmas históricos como los amautas, los haravicus, los auquis; que eran elementos fundamentales para las grandes decisiones del antiguo imperio de los incas. Eran los que trabajaban en la historia de las mentalidades de esa época, formadores de una gran cohesión política y cultural. Nosotros provenimos de una cultura ganadora, que, fue la andina, rica y extensa, amplia dominadora de América, continuando la línea con los educadores progresistas, grandes hombres que han dado mucho por su país, su cultura y han contribuido en el estudio de su problemática como son: José Carlos Mariátegui, José Antonio Encinas, José Maria Arguedas, Javier Heraud, Alfredo Torero y Germán Caro Ríos.

Nosotros los educadores progresistas provenimos de las clases populares, conoce las carencias y problemática de la gente que menos posee, podemos a través de nuestro trabajo organizado y solidario cambiar la historia, estamos estrechamente vinculado con los padres de familia, poseemos una organización sindical y sobre todo posee un capital humano habido de un liderazgo positivo y consecuente con el momento histórico. Por ello los maestros tenemos en nuestras manos un arma que es mas letal que las bombas, son las conciencias con las que trabajamos, por ello un maestro debe tener las ideas bien claras sea cual fuera su posición política u orientación, debe poseer un lenguaje “esópico”; o sea decir las cosas con un lenguaje sutil, tomar posición sobre temas de principios sin dejar de mostrar todas las demás ideas. El maestro tiene el fuego sagrado para encender todas esas conciencias y que estas enciendan a otras. Además según las últimas estadísticas somos un gran caudal de profesionales en educación, estamos por todos los lugares, hasta en el último y recóndito lugar de nuestro país.

El hacer historia en el maestro es también tomar rol protagónico en las organizaciones populares de base, vecinales y barriales para también allí orientar, educar y asumir muchas veces la dirección o conducción de las organizaciones. El maestro en muchos lugares de nuestra patria hace infinidades de roles, muchas veces de médicos, jueces, sacerdotes, autoridad académica, etc, ya que es la única persona que posee instrucción superior.

El maestro como político debe asumir una opinión crítica, desvinculada del aparato de gobierno como lo planteaba el maestro José Antonio Encinas en un “Ensayo sobre la escuela nueva en el Perú” criticar a partir de haberme documentado, primero en mi comunidad, segundo en mi provincia, tercero mi región, cuarto mi país y finalmente el concierto mundial. Al hacer la crítica debe hacerse de manera integral como un intelectual de la educación, no solo de lo evidente, sino de lo que no es evidente, producto de nuestro análisis de la realidad, que muy pocos podemos observar o precisar. Por ello es provechoso que el maestro peruano tenga una formación política propia o aprendida ya que le dará otros “lentes” para observar la realidad, esto ya lo decía en tiempos de los griegos Aristóteles cuando planteaba que el hombre es un “Zoopoliticón”.Aunque hace una década los cursos que dan formación filosófica, ideológica y política han sido retirados de la formación de profesores en muchas universidades e institutos pedagógicos del País. Los profesores jóvenes del magisterio peruano salen a trabajar “inocuos” sin ninguna formación básica, en el campo de la política, es decir solo están preparados para operar y producir sin reclamar ni importarle lo que sucede alrededor. El mismo sistema les crea una insensibilidad social generando y cultivando el egoísmo que es típico en sistemas sociales donde impera el libre mercado, otros simplemente, más lo absorben sus problemas personales, desentendiéndose de su comunidad, de los demás e insensibilizándose por los problemas generales y fundamentales de la población.

Ser maestro en el Perú es una tarea difícil por que siempre las condiciones han sido muy complicadas para su trabajo, en todos los aspectos, más aún en las zonas alejadas y en las periféricas. Estas condiciones se pueden resumir: en la falta de infraestructura, la falta de material educativo, desnutrición de la población escolar, los bajos y oprobiosos sueldos, ningún tipo de incentivo por su labor, olvido del estado de la educación popular, la inflación y los continuos cambios climáticos.

La actualidad educativa no ha cambiado casi nada todo ha sido “retoques” y “show mediáticos” para la prensa y de impacto manipulado para la población nacional. El que ha sido perjudicado, demolido, destruido en su honorabilidad y respeto ciudadano ha sido el maestro. En estas condiciones tan difíciles donde se culpa al maestro de todos los males de la educación es que tenemos que laborar, es una tarea muy difícil y ardua. Los maestros progresistas hemos asimilado este golpe dirigido por el estado y los grupos de poder; denunciando que el sistema educativo ha fracasado y nosotros simplemente hemos sido insumos de todo ese engranaje llamado sistema educativo. Ahora al maestro progresista le queda resistir, moverse en los extremos del nuevo “sistema educativo” que plantea el estado y atacar ese sistema desde dentro, denunciar sus debilidades su espíritu conservador, su espíritu antipopular, su espíritu neoliberal, su espíritu antilaboral, su espíritu mercantilista, su espíritu consumista , su espíritu adormecedor y finalmente su espíritu antimagisterial.

Ser maestro en el Perú es una tarea incomprendida, por la sociedad peruana en general; muchas veces direccionada y manipulada por el gobierno y sus operadores de prensa; no se entiende que formamos a toda la sociedad peruana, que por nuestras manos pasan todos los futuros hombres que van a construir la patria, con nuestros errores y virtudes cultivamos hombres de bien, aunque hay veces también nos equivocamos y no podemos detectar a tiempo, antisociales y parásitos que van a ir en contra de los intereses de los pueblos. Nuestro trabajo no implica tan solo las clase efectivas, sino tiempo fuera de esas horas para preparar clases, para investigar y seleccionar el material educativo. La gente cree que tan solo es el trabajo de medio tiempo y allí acaba todo, por eso que muchos menosprecian el trabajo del profesor pensando que la enseñanza es meramente sencilla, sin complicaciones ni esfuerzos. Pero habemos muchos profesores que no cumplimos con preparar nuestra clase, nuestro material y muchas veces “aterrizamos” ha ver que sale o si hay alguna inspiración para realizar una clase improvisada. Las otras profesiones envidian nuestro horario de trabajo, ya que lo ven como un horario corto y relajado.

El maestro peruano viene siendo desprestigiado a ritmos alarmantes, es decir el poco prestigio que le quedaba en este último lustro ha llegado a los niveles más bajos de toda su historia, el maestro ha “tocado fondo” la campaña sistemática digitada por el estado (el ejecutivo) y el ministerio de educación a hecho mucho daño en la moral, en la fe, en la dignidad, ofendiendo la profesión y la autoestima del maestro. A los maestros nos han lanzado todo tipo de adjetivos desde el “mismísimo presidente de la república”, pasando por los políticos y terminando con los pequeños burócratas de la administración educativa. Esos adjetivos han sido gratuitos, han sido de todo calibre, desde los menos impensados hasta los más risibles, toda esta torpe carnicería ha tenido una direccionalidad política, el cual ha sido someter al magisterio y a su gremio, desprestigiarlos al máximo para aplicar políticas lesivas que atentan contra los derechos fundamentales de estos. Además para acallar cualquier voz de protesta y reclamos salariales o de mejores condiciones laborales y educativas para los niños, es decir el estado ya tiene el antídoto contra todo eso, y lo va usar muy bien, eso será el “san benito” por mucho tiempo contra los maestros.

El desprestigio venía maquinado por una prensa adicta al gobierno y por una seudo evaluación censal donde casi todos los maestros salieron mal, es por demás decir que esta evaluación censal fue duramente criticada por ser antitécnica, mal elaborada y por haberse filtrado antes de ejecutarse. Muchos maestros hicimos resistencia a la prueba, pero otros se dejaron llevar por las amenazas del gobierno o por alguna prebenda que iban a lograr a posteriori. Con los resultados de la evaluación censal jugó el gobierno, lo supo utilizar políticamente para pasar a la ofensiva, y sintiéndose fuerte da una serie de normas como el famoso “tercio superior”, en el que se iba a contratar a los profesores que en su época de estudiante hayan ocupado el tercio superior en su centro de estudio. Norma que fue rechazada por el grueso del magisterio y criticada por todos los analistas y educadores del Perú. Son fechas además que el tema educativo era la noticia del día, también se nos tildaba duramente con una serie de adjetivos irreproducibles, el gobierno y su maquinaria pasaron a la ofensiva, el maestro nuevamente se vio arrinconado pisoteado en sus derechos, ante una andanada de leyes que tuvieron un carácter discriminatorio.

A todo esto después llega el famoso concurso de nombramiento donde también arrojan cifras negativas para los maestros postulantes, el 95 °/° de ellos salió desaprobado, esto ha servido también para que el estado pase nuevamente a la ofensiva.
Lo que podemos señalar al respecto es que el maestro ha sido víctima de una campaña orquestada y planificada por el gobierno; conjuntamente con su partido político, ya que se exalta lo negativo, los errores y no los aciertos y fortalezas que poseen los maestros. Este pase a la ofensiva ha fortalecido la imagen del gobierno ante la ciudadanía, haciéndole creer que sus intentos por mejorar la educación son serios, haciendo poses grandilocuentes, que tienen gran impacto en los medios de difusión masiva. Lo que el gobierno no quiere aceptar es que la educación peruana ha fracasado, ellos han sido los responsables de ese rotundo fracaso; porque ellos ya han sido gobierno y han destrozado la educación, así como los otros fracasos en las capacitaciones de los otros gobiernos de turno. Estos intentos desintegrados y aislados que impone el gobierno siguiendo recetas y dictados de los organismos económicos internacionales, buscan descargar el pasivo educativo a la fuente de financiamiento privado o en el mejor de los casos en situaciones mixtas, para el estado la educación es una carga; por ello hay intentos de municipalizarla como paso previo para privatizarla.
Si el gobierno tuviera la mínima intención de querer mejorar el sistema educativo lo haría primero mejorando la inversión en educación ya que solo llega a casi 3 °/° del PBI, lo cual comparado con otros países de la región es insuficiente y hasta casi ridículo hablar con esas cifras de cambio.

El maestro en el Perú muchas veces se siente relegado socialmente al ser comparado con otro profesional de otra carrera o especialidad, será por que es de extracción muy humilde o por una serie de complejos personales o profesionales. Veamos que el profesor al lograr tener un trabajo relativamente estable muchas veces tan solo se dedica a satisfacer necesidades fisiológicas o las llamadas necesidades primarias y muy pocos intentan satisfacer las necesidades secundarias y terciarias. Las necesidades secundarias vendrían a ser hacer estudios complementarios, es decir dimensionarse como un maestro intelectual y/o profesional. Por otro lado las necesidades terciarias vendrían a ser que el maestro exitoso tome la decisión de hacerse de un cargo público dentro de la sociedad y trate desde allí buscar su realización y la felicidad de los demás.

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